11 de febrero de 2012

La vida secreta de las plantas


El ahora mundialmente famoso por sus investigaciones sobre la vida secreta de las plantas, Cleve Backster (agente especializado en interrogatorios, acostumbrado al uso del detector de mentiras) se encontraba en su laboratorio de Nueva York perdido en ensoñaciones, cuando casualmente miró una de sus grandes plantas (Dracaen massangeana). Como la vio algo alicaída, decidió regarla. Mientras se dirigía a por el agua, se preguntó que cuanto tiempo tardaría el agua en llegar desde las raíces hasta las hojas, puesto que parecía tan desesperadamente sedienta. Por tanto, después de regarla conectó un par de electrodos de polígrafo a una de las hojas, sin duda sintiéndose un poco tonto y esperó a ver si la humedad, gradualmente cambiaba el nivel de resistencia de la planta lo suficiente como para que el polígrafo lo registrara. 

Era un simple juego, pero iba a descubrir algo insólito, porque cuando la planta recibía agua, el detector de mentiras emitía una señal cuyas características se interpretan durante los interrogatorios como un indicativo de bienestar o satisfacción. 
A continuación se preguntó con entusiasmo y curiosidad, si la planta registraría también en el papel del polígrafo una respuesta "humana" a cualquier amenaza contra su seguridad y bienestar y decidió tratar de quemarle una hoja. 

Lo que ocurrió entonces, fue muy afortunado. Según sus propias palabras: "En cuanto concebí mentalmente la imagen del fuego, la pluma del polígrafo enloqueció y saltó fuera del gráfico. Eso sí que me dio un sobresalto." 

Era obvio que la planta, mediante alguna comunicación celular primaria, había percibido la amenaza contra su seguridad. De forma accidental, Backster acababa de efectuar un descubrimiento singular. 
Lo que aquellos primeros indicios le señalaban es que las plantas son capaces de experimentar sensaciones. Y no sólo eso, sino que esas sensaciones podían medirse y cuantificarse del mismo modo que en los humanos. A partir de ese momento, el investigador comenzó a efectuar experimentos cuyos resultados fueron apasionantes. 
Cleve Backster ha realizado cuidadosamente cientos de obsevaciones, en un esfuerzo concentrado e intenso por hallar más pruebas de la percepción celular primaria, no solo en la vida vegetal, sino en huevos frescos, cultivos de moho, yogurt, células sanguíneas humanas, muestras de tejido e incluso espermatozoides. 

Ha demostrado que las plantas domésticas registran una visible aprensión cuando pasa un perro y también reciben señales de las células moribundas de la sangre medio seca brotada de un dedo cortado por accidente. En realidad, es de igual importancia como prueba de la Unidad del Universo el hecho de que respondan a las señales de inquietud despertadas en cualquier célula de cualquier miembro de la comunidad viviente. Más aún, Cleve B ha descubierto que las plantas pueden recibir señales del pensamiento humano a través de considerables distancias. Han registrado "placer" en el momento en que Cleve, a veinte o veinticinco kilómetros de distancia, pensó en volver para regarlas. Los sentimientos y las imágenes experimentadas individualmente por las plantas y recibidas de otros por ellas no consisten en palabras articuladas, por supueso. No han dado clases de idiomas y por tanto, no comprenden palabras tales como "te van a quemar una hoja" o "espera un poco, ya sé que tienes sed, voy a por agua. Posdata: te amo". Pero cuando quien pronuncia esas palabras imagina esos actos, la traducción a sensación de amenaza, consuelo o afecto es inmediata y directa. 

Si Backster ha llamado primario a este fenómeno es porque tal percepción se aplica a todas las células que ha monitorizado, cualquiera sea su función biológica. Ha descubierto respuestas similares en la ameba, el paramecio y todos los organismos unicelulares que ha probado. Ha intentado infructuosamente bloquear el intecambio de señales mediante una pantalla Faraday, cajas aislantes y envases con interior de plomo. De un modo u otro, la comunicación continúa sin interrupción, tal como ocurre cuando se realizan intentos de bloquear la comunicación invisible entre seres humanos en experimentos de percepción extrasensorial. La conclusión a la que ha llegado Cleve Backster es que "por asombroso que parezca, parece existir una señal de fuerza vital que vincula a toda la creación". 


Lo asombroso en la actualidad será mañana cosa de todos los días. Los humanos no tardamos en habituarnos a los milagros. Los descubrimientos antes apabullantes de la electricidad, la radio, el teléfono y la televisión son muy normales. Nadie cae de rodillas maravillado al atender el teléfono, encender la radio o conectar a televisión. Nos aburrimos de la magia casi de inmediato. Pero tal vez sea eso lo que impulsa al Espíritu humano siempre hacia adelante, siempre hacia arriba, en busca de nuevas magias, en busca de nuevos milagros. 
El desmayo de las hortalizas
Algunos de los descubrimientos de Cleve Backster son divertidos, pero igualmente importantes en cuanto a su significado. Un ejemplo es el “desmayo de las hortalizas”. 
Se conectan electrodos a tres tipos diferentes de verduras frescas. Luego alguien elige una de esas tres para dejarla caer en agua hirviendo, como se hace en los restaurantes con las pobres langostas vivas. La hortaliza seleccionada “se desmaya” aun antes de que la toque, en cuanto es mentalmente seleccionada: es decir: el polígrafo registra un súbito movimiento hacia arriba, seguido por una abrupta línea recta que indica “inconsciencia” Las otras verduras continúan sus garabatos gráficos sin interrupción. . . hasta que la infortunada compañera cae en el agua hirviente: entonces responden con una empática agitación. Los huevos también “se desmayan” cuando se decide recogerlos y romperlos; registran una respuesta “nerviosa” similar cuando se rompe otro huevo a poca distancia. 
 

Este descubrimiento es muy consolador para los vegetarianos, al comprobar que los vegetales caen en una especie de coma anestésico en cuanto comprenden lo que les va a pasar. Cleve B. piensa que uno debería notificar a la comida que está a punto de convertirse en parte de la cadena alimenticia, a fin de que entren en un coma indoloro y protector. Es lo que suelen hacer los monjes tibetanos: disculparse en voz alta ante los alimentos antes de prepararlos o comerlos. 

Otro ejemplo del desmayo ocurrió cuando C.B. recibió en su laboratorio de Nueva York la visita de una señora de cierta universidad de Canadá, que se dedicaba a la botánica y “trabajaba con plantas”. Quería observar una de las demostraciones con vegetales. Aunque a C.B. No le gustaban ese tipo de cosas, le dio reticentemente el gusto. A la hora designada para la demostración, la mujer llamó a la puerta. La hizo pasar y la condujo directamente a donde estaban las plantas. Mientras ella se sentaba a mirar, él conectó electrodos a varias de las plantas y esperó. Siguió esperando. No había señales, ni siquiera de “desmayo”. Las agujas no se movían en el polígrafo. 
Con una mezcla de bochorno, fastidio e intriga (nunca antes había visto semejante falta de respuesta), pasó un rato trabajando con los electrodos y finalmente renunció. Las plantas no querían “hablar”. Habían cortado toda su comunicación. . . y punto. Eso era todo. C. B. se dijo que si se habían “desmayado” debía de haber ocurrido antes de que él las conectara, probablemente en el momento en que la mujer había llamado a su puerta… con algún pensamiento errabundo flotando en su mente. Pero ¿Cual?
Tras conversar amablemente unos minutos con su visitante, le preguntó que qué clase de trabajo hacía en la Universidad. Ella respondió alegremente: “En general, reúno plantas, las llevo al laboratorio, las pongo en el horno y las horneo para obtener su peso neto”. 

¡Misterio resuelto! 
Las asustadas plantas habían captado, por el extraño Código Morse de la percepción vegetal, que al laboratorio acababa de entrar una “bruja malvada” que quizá quisiera convertirlas en cosas secas. 
En cuanto la mujer abandonó el laboratorio, C.B. muy preocupado, volvió a sus traumatizadas plantas; allí estaban, trazando otra vez sus normales diseños de “tranquilidad” en el papel del polígrafo pasado ya el susto. 
Planta testigo
Los experimentos que realizó fueron cada vez más complejos. Uno de ellos intentaba discernir si las plantas eran capaces de manifestar memoria. Para el ensayo se sirvió de la colaboración de seis estudiantes. Uno de ellos tenía que matar una planta en presencia de otra que sobrevivía, pero lo tenía que hacer cuando no hubiera nadie más dentro de esa sala. Así, ninguno de los otros experimentadores – ni siquiera el propio Backster – sabría quién era el asesino. 
 
Cleve Backster

Pocas horas después, cinco de los oficiales entran en el laboratorio, uno a uno, al sitio donde está la "planta testigo" conectada a un electrodo. Se trataba de algo similar a una rueda de identificación. La planta continuaba con sus trazos individuales normales en el gráfico, sin delatar reacción alguna. Pero cuando entra el oficial que asesinó a su amiga, la planta testigo reacciona con una intensa respuesta de "agitación". En cierto modo, había logrado identificar al criminal. Un oficial de policía que presenciaba una de estas demostraciones se rascó la cabeza, murmurando: "¡Por Dios! ¿Le parece a usted que un día de éstos declararán a alguien culpable de asesinato basándose en el testimonio de una petunia?. (XD) 

Aunque C.B. no tenga intención de demostrar también eso, quizá no sería mala idea que detectives de homicidios que tomen huellas en el escenario de un crimen, llevaran las plantas presentes en el mismo, al laboratorio de C.B. para someterlas a un careo con los sospechosos. Los resultados, aún sin validez legal, serían cuando menos. . . interesantes. Lo mismo vale para todo tipo de maltrato a mujeres o niños. Las posibilidades son infinitas. 
Los se



Cómo ven: Todos sabemos que las plantas responden a la luz, a fin de ajustar su desarrollo y optimizar su crecimiento y supervivencia, pero ¿cómo “ven” y reconocen las plantas a los rayos luminosos?. El Dr. Nam-Hai Chua, de la Universidad Rockefeller de Nueva York, con humor, indica que “las plantas también han de levantarse por las mañanas”, por lo que poseen capacidades para reconocer características de la luz, tales como intensidad, calidad, dirección y periodicidad. Más aun, cubren un espectro luminoso más amplio que el del propio ojo humano, abarcando longitudes de onda fuera de nuestro alcance e intensidades tan débiles que nosotros no podemos reconocer. Para conseguirlo se valen de sus proteínas sensibles a los fotones o paquetes de luz. Se conocen dos familias de estas proteínas. Una de ellas es la de los fitocromos, hasta cinco diferentes, que responden a la luz hacia el extremo rojo del espectro. Los diversos fitocromos estudiados posibilitan a las plantas el cálculo de la calidad de la luz, lo que es vital para su competencia respecto a la vegetación próxima. La otra familia es la de los criptocromos, que son proteínas que se estimulan por la luz que va del azul-verde visible hasta el ultravioleta A. Ello ayuda a que las plantas establezcan si es día o de noche, la longitud del día, la cantidad de luz, la dirección de procedencia, etcétera. 
Las proteínas fotosensibles poseen otras aplicaciones. Por ejemplo, el fitocromo A, cuando la semilla germina y la plántula emerge del suelo, provoca el salto alimenticio de la planta desde su situación anterior heterotrófica (a partir de las reservas), hasta su crecimiento fototrófico, basado en la energía luminosa. Otros investigadores han hallado que el fitocromo B ayuda a responder a la planta de modo adecuado para no ser estorbada por sus vecinas. Entre otras finalidades descubiertas para los criptocromos figuran la de activar a enzimas que participan en la síntesis de pigmentos que, a su vez, controlan a diversos genes. Y, concretamente, el criptocromo 2, posibilita la medición de la longitud del día y, también, lanza la señal oportuna cuando la planta ha de detener su crecimiento vegetativo y comenzar el desarrollo floral. Los científicos piensan que aun quedan por descubrir muchos más de estos verdaderos ojos moleculares de las plantas o proteínas fotosensibles. 


Gusto: Cuando la composición del suelo no es homogénea existen zonas que, por ejemplo, son más ricas en minerales y nutrientes como los nitratos y sales amónicos. Las plantas de Arabidopsis, son capaces de “gustar” el suelo, a fin de que el crecimiento de las raíces tenga lugar diferenciadamente, con lo que se ahorran energías y esfuerzos inútiles. Los genes responsables de ese reconocimiento han sido estudiados, identificando, por ejemplo, que el gen ANRI sirve para la detección de nitratos. Más llamativo aun es la existencia de una enzima, la apirasa, recién descubierta por científicos americanos, en la superficie de las raíces. Esta enzima localiza las moléculas de ATP (la rica moneda energética biológica universal) producidas por los microorganismos y hongos próximos a la raíz. ¿Qué hace con el ATP?. Secuestrarlo, robarlo y romperlo, convirtiéndolo en el nutriente fosfato, que es absorbido. 

La existencia de plantas devoradoras de hombres es Ciencia-ficción, pero no así la de plantas insectívoras o de vegetarianas. Las plantas insectívoras son variadas, y se agrupan en tres órdenes distintos de dicotiledóneas. En el orden Scrophuralial y género Striga existen un gran número de plantas parásitas de los cultivos cereales que son capaces de hurgar en el suelo y raíces de las plantas próximas aprovechándose del agua y los minerales. Otras plantas son capaces de probar la saliva de las orugas que las atacan. En algunos casos, cuando las hojas detectan la presencia del compuesto volicitina, presente en la saliva del insecto, producen compuestos indólicos y terpénicos aromáticos volátiles que se fijan al insecto y son reconocidos por las hembras de ciertas avispas parásitas. éstas ponen sus huevos sobre las orugas y tras la correspondiente incubación las recién nacidas avispas matan al huésped. 



Otros sentidos:
 Se conocen otros muchos ejemplos de sensibilidad hacia el medio ambiental y adaptación a las mejores circunstancias para la supervivencia. He aquí algunos: producción preventiva de moléculas protectoras contra ataques (caso del jasmonato de metilo); producción de sustancias atrayentes de predadores de los atacantes; capacidad de detección del humo tras un incendio, estimulando la reforestación mediante el estímulo de las semillas enterradas en el suelo; control de los flujos de iones calcio en relación con lo que se puede denominar sentido del tacto, que ayuda a desarrollarse a las plantas escaladoras, o a resistir el embate de los vientos, a través de la regulación de la fuerza de las paredes celulares. Y si hasta ahora todo es admirable, la última pregunta podría ser: ¿Pero las plantas pueden oír?. Serias investigaciones universitarias han demostrado que el crecimiento de ciertas plantas se modula con frecuencias sonoras análogas a la de voz humana y con intensidades del mismo orden. También se estimuló la germinación de semillas de rábano, posiblemente a través de la síntesis del ácido giberélico, una hormona vegetal. Es por todo ello, y por lo que de repercusión práctica que puede suponer en la mejora de cosechas, por lo que las investigaciones sobre los sentimientos de las plantas merecen una seria atención. 



En el pasado se ha atribuido la acción a distancia a fuerzas de gravitación originadas en las luminarias y los planetas, cosa correcta. Sin embargo, la investigación de Backster sobre la percepción celular primaria revela que es también una característica de un campo no material, en el cual el campo de gravitación es localizado por el crecimiento de la plantas. 
Lo más importante de esta investigación es que ha dejado establecido firmemente el hecho de que las plantas son seres sensibles, pues poseen algo que sólo puede llamarse "sentimientos". 
Las plantas son criaturas sin sistema nervioso; por lo tanto, dependen de las auxinas que fabrican para crecer, el fototropismo, etc. Sin embargo C.B. ha demostrado que presentan respuestas empáticas definidas ante los hechos benéficos o malignos que afectan a las células vivientes de animales, humanos y otras plantas en su vecindal… y a distancia. 
Al carecer de órganos sensoriales, sus respuestas a los sentimientos no pueden ser definidas como impresiones sensoriales. Deben ser clasificadas como prueba de una fuerza vital aún insospechada y no reconocida por los científicos ortodoxos, pero conocida desde hace milenios por los metafísicos y los poetas. ¿Cual es esa fuerza vital exactamente?. Un acorde musical aún no percibido… un espectro de color todavía invisible, que espera el descubrimiento humano, pero que opera en perfecta armonía hasta que ese descubrimiento sea efectuado por terráqueos de buena voluntad. 




A quien pueda interesar, se le recomienda el libro 
"The Secret Llife of Plants" de Peter Tompkins y Christopher Bird* 

Se aclara aquí que Cleve Backster, a pesar de haber estudiado ingeniería civil, agricultura y psicología en la Universidad de Texas, no ha terminado ninguno de estos estudios. Así que cuando se le invitó a pronunciar un discurso ante la augusta, respetable y ultraconservadora Asociación americana para el Progreso de la Ciencia (AAPC), se le dio el título de "Padre de la Percepción Celular Primaria"… Tras ser presentado así ante tan honorable público en la ciudad de Nueva York, haciendo gala de un sutil sentido del humor comenzó de esta forma: 
"Por el modo en que ustedes han estado recibiendo mi investigación, me siento, antes bien, su madre soltera" 





La Vida Secreta De Las Plantas

Autores : Peter Tompkins y Christopher Bird. 
Formato: pdf 
Peso: 24 mb


Fuente: http://www.taringa.net/comunidades/ciencia-con-paciencia/2567541/%255BI%255D+La+vida+secreta+de+las+plantas+%255B+%252B+libro+%255D.html
Starsign - Linda goodman

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